PERDONA, BONITA.
No tardé mucho en observar que, por mucha razón que creyera tener, albergar resentimiento sólo me hacía daño a mí y como consecuencia, a la gente que amo y me ama. Así que, con mi deseo verdadero de liberarme de esa sensación asquerosa, comenzó mi aventura con el perdón.
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